Todo político gestiona el dinero de los demás. Todo empleado público gestiona el dinero de los demás. Todo servicio público se presta con el dinero de los demás. Todo sueldo público se paga con el dinero de los demás.
Los demás son los contribuyentes. Son personas que no pueden disfrutar de la totalidad de los frutos de su trabajo porque parte de sus ingresos le es sustraída para financiar al Estado. Son contribuyentes con todo tipo de ingresos que, aunque no hagan la declaración de la renta, pagan al Estado hasta el 21% de sus compras.
El origen de estos impuestos siempre es privado. El sector privado se define precisamente por crear valor añadido económico en una sociedad. Las instituciones públicas contribuyen a la generación de esta riqueza a través de servicios tan importantes como la seguridad o la justicia. Pero, la capacidad para crear servicios y productos por los que la gente esté dispuesta a pagar voluntariamente es enteramente de las empresas privadas y de sus trabajadores.
Uno pensaría que esta dependencia de lo público hacia el dinero de los demás le generaría humildad y agradecimiento hacia lo privado. Ocurre exactamente lo contrario. Se exalta lo público y se menosprecia a lo privado.
La gran mayoría de las en torno a 2.000 manifestaciones convocadas en Madrid en lo que va de año no ha sido para reclamar mayor humildad y contención a lo público, sino para exaltarlo. Se reclaman más fondos para lo público y, consecuentemente, menos para lo privado. Frente a la interminable sucesión de manifestaciones reclamando más gasto público, estoy por saber de una sola manifestación que se haya convocado para reclamar menos gasto público.
Es ciertamente paradójico que el malestar social frente a la crisis se esté expresando en las calles reclamando más gasto público. Esto se explica por al menos dos factores (aparte del evidente de intereses creados organizados que piden más dinero para sus seguidores).
Primero, quien pide más impuestos cree que la carga fiscal añadida va a caer sobre los demás. No se pide que se suban los impuestos propios, sino los de los demás. Se olvida así que una subida de impuestos la acabamos pagando siempre todos, sea directa o indirectamente a través del precio de nuestras compras.
Segundo, las manifestaciones reflejan la superioridad moral que ha conseguido arrogarse “lo público.” Aquí el argumento suele ser que lo público es de todos.
Ahora bien, lo que no se especifica es que lo que es de todos es la financiación de lo público, pero no su uso. Los servicios públicos se pagan a través de impuestos independientemente de que se utilicen o no. Los servicios privados, sin embargo, son pagados únicamente por aquellos que eligen utilizarlos (y que ya han pagado su parte de los servicios públicos a través de sus impuestos).
Por lo tanto, cuando los manifestantes lanzan consignas a favor de lo público, cuando dicen que es un servicio de todos, lo que están diciendo en realidad es que es un servicio pagado por todos. Y, por ello, un aumento de sus recursos pasará necesariamente por una mayor salida de dinero de los bolsillos de todos.
Quienes se manifiestan defendiendo lo público no están defendiendo los intereses de todos. Si quisiesen de verdad defender los intereses de todos, deberían manifestarse exigiendo menos gasto público.
28.07.2013 a las 17:51 Enlace Permanente
Hola Percival:
Lo siento pero te voy a contradecir. Los impuestos son lo que pagas por vivir en un país civilizado, lo que pagas por tener democracia y oportunidades, y lo que pagas por utilizar las infraestructuras que financiaron los contribuyentes anteriores: la red de autovías, internet, la organización científica, la organización médica, el sistema de comunicaciones, etc.
Nuestros padres -al igual que los suyos- invirtieron para el futuro a través de sus impuestos. Ellos invirtieron para el futuro y nosotros estamos cosechando los beneficios de los impuestos que ellos pagaron. Hoy nosotros tenemos activos que provienen de las buenas inversiones que hicieron ellos.
Por otro lado haces una comparación entre el uso que hacemos de los servicios públicos y privados un tanto infantil. Si te inscribes en un club de campo tienes que pagar una cuota. ¿Por qué? Tu no construiste una piscina, pero tienes que mantenerla. Tu no has hecho la pista de tenis, o la de baloncesto, pero alguien tiene que limpiarla. Tú quizá no uses la pista de squash, pero tienes que seguir pagando tus cuotas. De lo contrario, no se mantendrá y se estropeará. ¿Entiendes por dónde voy?
Lo que no es de recibo es que tu estés toda tu vida pagando para tener servicios mientras ves como cada día se destruyen más y más recursos públicos al mismo tiempo que los impuestos se elevan. No existe una racionalidad en esa ecuación. Si suben los impuestos debe subir la calidad y la prestación de los servicios públicos, no al revés. Por eso nos manifestamos.
25.11.2013 a las 21:54 Enlace Permanente
Nunca me he manifestado ni pertenezco a ningún movimiento que lo haga pero si creo que el gasto público debe reducirse, no estoy de acuerdo con las subvenciones a los sindicatos pero tampoco a los partídos políticos, unos y otros deben nutrirse de sus afiliados (si es que realmente los tienen), hay demasiado derroche en las autonomías y no podemos permitirnos tener tantos Reinos de Taifas, yo luché para una España mejor y para que mis hijos y nietos vivieran mejor que mi generación, de momento no lo veo por ningún lado. Pienso que los jóvenes debéis modificar los “vicios” de los políticos “antiguos”por llamarlos de alguna manera y crear políticas transparentes y no demagógicas, solo así los ciudadanos volveremos a confiar en quienes nos gobiernan.Suerte porque tu puedes hacer mucho eres joven, liberal y con buena formación y algo fundamental no llevas más de 20 años viviendo de la política, como hay otros que no saben hacer nada de nada.