Es evidente que, en los últimos años, las encuestas de intención de voto han fallado más que una escopeta de feria. Baste recordar que el consenso de los estudios demoscópicos publicados una semana antes de las recientes elecciones europeas fue que PP y PSOE sumarían un 60% de los votos. Al final sumaron un 49%. Dicho esto, la publicación de la última encuesta del CIS debería suscitar la siguiente pregunta: ¿cómo puede ser que el auge de las opciones ultra en España esté coincidiendo con los mejores datos económicos de los últimos seis años?