A veces los pequeños detalles son más reveladores que los grandes discursos. En el caso de Luis Garicano –el economista recientemente fichado por Ciudadanos-, una serie de tics y detalles merecen ser tenidos en cuenta.
La primera vez que oí hablar de Garicano fue en la Convención del PP celebrada en Barcelona en 2009. Participó entonces en una mesa redonda sobre las oportunidades de España en un mundo global (página 8 de este programa). La sala estaba abarrotada y debí seguir la mesa de pie. Mereció la pena. Tanto Garicano como sus compañeros de mesa estuvieron brillantes. Quedó claro que Garicano es un economista de primer orden. Cuando lanzó el blog “Nada es Gratis” lo seguí con interés y el posterior libro de mismo título escrito por el colectivo Jorge Juan me pareció un excelente análisis de la situación española.
Dada mi buena opinión sobre su labor científica, me sorprendió enormemente su co-autoría de un artículo publicado en El País el 1 de junio de 2012 que requería urgentemente un nuevo gobierno, con apoyo de todos los partidos mayoritarios y de nuestros expresidentes, compuesto por políticos competentes. Hacía apenas 5 meses que el Gobierno de Mariano Rajoy había echado a andar y, sin embargo, Garicano ya quería sustituirlo por otro de unidad nacional que estuviese integrado, además, por técnicos intachables (¿él mismo?). Libre era de criticar a un Gobierno de un partido con el que había colaborado, pero de ahí a pedir que la voluntad de 11 millones de españoles fuese pisoteada en beneficio de un Gobierno no electo mediaba un abismo. Para alguien que ondeaba la bandera regeneradora era ciertamente llamativo predicar sustituir a un Gobierno electo por otro en el que la competencia de los políticos no sería evaluada por las Cortes en nombre del pueblo español sino por … él mismo.
Este tic autoritario volvió a aflorar en su artículo publicado en el Financial Times el 6 de noviembre de 2014 (aquí su traducción al español). Exigió entonces la sustitución de Mariano Rajoy por Soraya Sáenz de Santamaría al frente de la Presidencia del Gobierno. Dicha conclusión es extemporánea a la argumentación del resto del artículo. En él analiza el problema del referéndum ilegal catalán y del populismo de Podemos. Garicano concluye cantando una loa a Saénz de Santamaría como persona indicada para transformar España en un Estado multinacional (sic.) con un mayor reconocimiento de la identidad catalana (y vasca). No es sólo que dicho objetivo multinacional sea contradictorio con el planteamiento de su nuevo partido; es que además Garicano pide la sustitución de Rajoy a dedo, sin respetar ningún tipo de norma constitucional. Los presidentes de Gobierno se cambian, generalmente, en las urnas. Que Garicano obvie esta evidencia demuestra una irracional ojeriza hacia Rajoy.
En 2014, Garicano publicó un libro titulado “El dilema de España”. Lo leí, casualmente, hace escasas semanas. Estoy de acuerdo con muchos de sus planteamientos. Pero otro detalle relativo a su autor me hizo rascarme la cabeza. En marzo de 2014, El País publicó un artículo de opinión que alababa profusamente al libro y a Garicano. El autor es Antonio Roldán Monés. Carlos Rodríguez Braun ya descubrió alguna perla de Roldán cuando era asesor socialista del Parlamento Europeo (lamentaba Roldán la caída del comunismo). Pero desde 2012, Roldán ya no es asesor, sino estudiante de doctorado en Economía. Lo es en la London School of Economics y su supervisor es ¡Luis Garicano! El libro de Garicano critica la endogamia de la Universidad española (como ha hecho Garicano en múltiples ocasiones) y, sin embargo, quien lo elogia es un doctorando que evita decir que es alumno del autor. Muy estético, desde luego, no es.
Estos tics y detalles no son determinantes para juzgar la solvencia política de Luis Garicano. Pero tampoco creo que haya que ignorarlos.